martes, 26 de mayo de 2009

9

Deseaba desaparecer. Ahora Raquel estaba jugueteando sobre la barra con las manos de Dan mientras él le sonría con esos ojos…
No podía soportarlo, era doloroso, y me sentía avergonzada. No entendía que estaba ocurriendo, o no quería entenderlo. Todas aquellas miradas, todo aquello…quería gritar, o llorar, o ir hacia la barra y volverme loca…no lo sé.
Toni y Andrea no se atrevían a decir nada, supongo que, como siempre, los dos sabían cómo me sentía, ni siquiera sabían hacia dónde mirar.
Fue entonces cuando Andrea se terminó el helado, el momento apropiado para hablar.
- Bueno Toni, no te quejarás, has tenido a tus dos chicas favoritas en tu cafetería, ahora nos vamos, he decidido quedarme todo el día con ella y tenía planes- dijo Andrea como solo ella sabía.
Aunque por un momento había olvidado todo, no tardé mucho en darme cuenta de que Dan no me había saludado, no me había mirado y lo mejor de todo…seguía con Raquel. ¿No sabía que estaba allí?
Hasta ese momento no sabía que Andrea había decidido pasar el día conmigo, pero la idea me había gustado.
-Estas chicas necesitan tener un día alocado- le dije a Toni con una sonrisa, por llamarlo de alguna manera. Me levanté y sentí un impulso que me llevaba hacia a Dan, o hacia Raquel, o hacia una explosión. Pero agarré la mano de Andrea como si quisiera teletransportarme con ella, a otra galaxia, como mínimo.
-Bueno bueno, a ver qué es lo que vais a hacer, ya no me fío ni un pelo de vosotras- Toni quería que nos fuéramos, que dejara de atormentarme, que me divirtiera con Andrea… a lo mejor él también había notado que algo me impulsaba hacia la explosión...a lo mejor tenía miedo de que me desintegrara, allí mismo, sufriendo una combustión...
Aunque puede que esté exagerando, tampoco fue para tanto... mentira, claro que lo fué.
Al salir intenté hablar con Andrea de lo que había pasado, era mi otra alternativa a la explosión y al teletransporte interplanetario. Andrea ya sabía de lo que iba a hablarle, pero lo único que ella quería era hacerme olvidar todo aquello que me dolía, y creo que esta vez, ella sentía algo de culpabilidad, al fin y al cabo la idea de la noche anterior, la idea de Dan, había sido suya, pero yo no la culpaba.
Antes de que pudiera comenzar la frase, Andrea hizo lo mejor que hacía, hacerme sonreír.

sábado, 23 de mayo de 2009

8




La cafetería de Toni estaba a pocos metros de mi casa y durante esos metros había estado pensando en si él estaría, pero al entrar se me había olvidado del todo y no me había percatado de su ausencia hasta ese momento, lo que me produjo una extraña tristeza, ojalá hubiera más días como aquella noche, pensé, muchos más.
Toni nos trajo una copa de helado de leche merengada con canela por encima, un desayuno un poco extraño, pero nos gustó su idea y su helado. Siempre acertaba.
Miré hacia la puerta al escuchar que alguien entraba, me había puesto nerviosa sin motivo, no era Dan, era Raquel, una chica de ojos negros bajo unas gafas, de melena rizada con un tinte rojizo, una amiga de Toni…una amiga de Toni a la que yo odiaba desde hacía mucho. Nunca me había caído bien, odiaba su forma de ser y todo lo relacionado con ella. Ese odio, comenzó cuando ella intentó romper la amistad que teníamos Toni y yo, y aunque no lo consiguió, no pude perdonárselo.
Cuando volví a fijarme en las demás personas de la cafetería, apareció una sonrisa en mi cara al ver a Dan parado detrás de la barra, apoyando sus codos en ella y su cara en la mano. Estaba igual de guapo que la noche anterior. Parecía distraído, como si esperara algo, o quizás esperaba a alguien… ¿a mí?...no podía ser, pero solo la idea había acelerado mi pulso.
Esa sonrisa se me borró en cuanto observé como miraba Raquel a Dan.
¿Pretendía estropearme cada momento feliz que hubiera en mi vida? No lo había conseguido aquella vez y esta vez tampoco lo iba a conseguir.
Empecé a sentir un calor agobiante dentro de mi cuerpo, era esa mirada y el odio hacia Raquel lo que me hacía sentir ese calor que me nublaba la mente, ese calor que recorría cada rincón de mi cabeza entorpeciendo todos mis pensamientos y sentidos.
Me senté y apoye con decepción mi cara sobre mis rodillas, cuando observé que ahora Dan estaba mirando a Raquel igual que me había mirado a mí la noche anterior. Todo se había ido abajo, había sido una estúpida. Y aunque el calor agobiante había desaparecido, la sensación siguiente no fue mucho mejor…
Nunca he sabido explicar esa sensación, no es tristeza, tampoco es enfado…
Ese sentimiento iba creciendo dentro de mí hasta transformarse en una gran bola dentro de mi garganta, hubiera preferido seguir con mi bola de helado antes que con esa asquerosa bola de sabor amargo.
Dan ni siquiera me había mirado, por unos momentos hubiera deseado no levantarme aquella mañana, no haber salido la noche anterior…Deseaba desaparecer

viernes, 22 de mayo de 2009

7

Nos despertamos cuando sonó mi móvil, era Toni.
-¿Llevo toda la mañana en la cafetería y vosotras seguíais durmiendo?-
-No teníamos otra cosa mejor que hacer- le dije dándole envidia.
-Venga, bajad a desayunar, os espero- dijo antes de colgar
Pensé en volver a dormirme pero recordé la noche anterior, seguro que Dan también estaba con Toni, siempre estaba.
-Vamos Andrea levanta, vamos a desayunar con Toni- le dije con impaciencia levantándome de un salto y subiendo la persiana.
-¿Con Toni o con Dan?, es que no te he entendido- contestó riéndose pero tapándose la cara por la luz del sol.
Yo ya me estaba vistiendo, inconscientemente pensaba en ponerme la ropa que mejor me quedaba, me di cuenta de que había cogido esos pantalones, de repente había olvidado la noche anterior, había olvidado a Dan…quería seguir durmiendo, despertar y encontrarle a mi lado como esperaba cada mañana.
Creo que Andrea se dio cuenta de lo que se me estaba pasando por la cabeza.
-Se que te gusta ir en pijama pero no creo que a Toni le parezca bien que estés así en su cafetería- Creo que intentaba hacerme olvidar, creo que la noche anterior había tenido la misma intención.
-Que ya voy- le dije al tiempo que me ponía los pantalones.
-Bueno, espero que no tardes una hora porque tengo hambre.-
En menos de media hora ya estábamos sentadas esperando a saber que nos pondría Toni ese día. ¿Dónde estaba Dan?

miércoles, 20 de mayo de 2009

6


Se había hecho tarde y después de buscar el lugar donde habíamos tirado las zapatillas decidimos volver a la feria para encontrarnos con Andrea y Toni.
Esta vez no me cogió de la mano. Dan era especial, íbamos caminando y solo deseaba tocar su mano y saber que estaba allí, pero no lo hice. Poco después me alegré de no haberlo hecho, él me había agarrado por la cintura. Hacía mucho tiempo que no me sentía así. No sabía si un beso lo estropearía todo. En las películas nunca un beso estropea nada.
A lo lejos, vimos a Andrea y a Toni, fuimos hasta ellos.
-¿Dónde estabais? – Dijo Toni con cara de preocupación mientras se reía con Andrea – Cuando bajamos de la noria no os encontramos-
-Tranquila Andrea, seguro que nos habéis buscado durante todo este tiempo, ¿verdad?- Dije yo con un tono divertido.
En realidad los cuatro, o eso quería pensar, nos alegramos de que la noche hubiera sido así y de haber tenido la malísima suerte de separarnos.
Toni y Dan nos acompañaron hasta mi casa, Andrea se quedaba conmigo esa noche por lo que la despedida no iba a ser incómoda. Menos mal.
Di dos besos a Toni y dos besos a Dan, los de Dan, aun siendo dos besos, me parecieron especiales, igual que esa noche, igual que él.
Estábamos cansadas y nos fuimos a la cama nada más llegar, pero Andrea, por lo visto, podía esperar y dormir más tarde.
-¿No piensas contarme nada?- Andrea no había hecho mas que comenzar.
-¿Lo teníais todo planeado verdad?-
-No, ha sido una casualidad, Toni y Dan hablaron para quedar esta noche y…-
-¡Andrea!-
- ¿Qué? Te estoy diciendo la verdad, ellos hablaron de quedar cuando yo le conté a Toni como mirabas a Dan…-
Sabía que nunca me había resistido a su manera de contar las cosas. Siguió cantándome como había sucedido todo.
Andrea lo había planeado todo pero sin contar nada a Toni, Dan tampoco sabía nada, simplemente era una noche más para los cuatro. Aunque sabía porque lo había hecho y se lo agradecí.
Me daba miedo dormirme, parecía que el sueño borraría esa noche, borraría a Dan… o Dan me borraría a mi.

lunes, 18 de mayo de 2009

5




Le solté la mano y me puse delante de él, solté las zapatillas que llevaba de la mano, el se acercó, pero yo comencé a caminar hacia atrás mientras él me seguía. Me di la vuelta y comencé a correr, cuando me giré para comprobar la distancia me asusté al ver que estaba detrás. Me paré y chocó contra mí, lo que hizo que ambos cayéramos a la arena. Estábamos los dos tirados en la arena sin poder parar de reír. Habíamos olvidado hacía tiempo el frío y que era una noche de invierno.
Me había quedado en la arena abrazada a él, sin pensar en nada, escuchando atentamente el sonido de las olas y de la feria, me costó pensar que no estaba en unos de mis ridículos sueños de verano, pero solo hicieron falta unos minutos para comprobar que no era un sueño, ni era verano.
Noté como sus dedos jugaban con mi pelo, me acerqué a él para susurrarle algo con la intención de que no me entendiera y lo conseguí, él se dio cuenta de que ahora estábamos igual los dos y le pareció justo.
Era uno de esos momentos en los que el deseo te invade… y también el miedo. De nuevo me sentía estúpida. Quería abrazar a Dan, quedarme allí toda la noche, y besarle, besarle como no había besado a nadie desde que…desde aquel día. Dan no solo me infundía confianza. Aunque sabía que solo estaba con él desde hacía pocas horas, lo que hacía crecer mi inseguridad, Dan conseguía que mi corazón helado y paralizado volviera a despertar. No quería dejarme llevar, no tan pronto, sin saber si al día siguiente Dan iba a desaparecer… pero no podía evitarlo. Por eso no hice nada, solo le miré, intentando averiguar lo que pensaba.
Él seguía jugando con mi pelo y su otra mano se deslizaba suavemente por mi brazo, hasta mi mano, hasta mis dedos. Realmente, eso no ayudaba a mantener mi mente despejada, alerta. Intenté no parecer brusca, y con una sonrisa, y en contra de mi voluntad, me incorporé. El hizo lo mismo.
Quería preguntarle mil cosas, pero no lo hice, temí parecer agobiante, y me levanté. El hizo lo mismo.
Estoy segura, de que en una película, o en uno de mis estúpidos sueños, el no me habría dejado levantarme, me habría agarrado suavemente y con decisión y habría conseguido que el muro que estaba intentando construir…se derribara.
Pese a mis inoportunas dudas, esa noche, había sido… puffff!! Maravillosa!
No quería dejar de mirarle, por si de repente desaparecía y no volvía jamás. Quería guardar en mi memoria cada segundo de esa noche. Sin mi permiso, se habían alojado en mí, algo más que pequeñas mariposas.

domingo, 17 de mayo de 2009

4


Ahora que nos habíamos quedado solos iba a preguntarle de que conocía a Toni pero él se adelantó.
- ¿No te resulto familiar? Dijo después de soltar una carcajada y esperando un no por respuesta, aunque no esperó a que yo contestara. -Te he visto tantas veces hablar con Toni en la cafetería…-
De repente me sentí estúpida, Dan trabajaba con Toni y yo le había visto muchas veces. Era demasiado tarde para que Dan no supiera cómo me sentía. Me cogió de la mano y comenzó a hablar.
-No te preocupes, en esa cafetería hay tanta gente... -
Yo recordé como me había quedado mirándole algunos días y como él se había dado cuenta respondiendo con una sonrisa, pero de eso hacía mucho tiempo, más incluso de que todo empezara…
- No sé que me molesta más, si no haberme dado cuenta antes o que me digas tu eso- dije sonriendo. Dan no pasaba desapercibido, ni siquiera en la transitada cafetería de Toni.
Hasta entonces no había sido consciente de que estábamos cogidos de la mano pero estaba bien así. Dan me inspiraba tanta confianza, que empezaba a sentirme indefensa con él.
Mordiéndose los labios y mirándome inocentemente señaló la noria, tuve la sensación de saber lo que quería decir eso antes de mirar y evidentemente así era, Andrea y Toni ya no estaban, no hice más que sonreír, ya me lo había esperado.
Me propuso ir a pasear a la orilla de la playa, yo asentí con la cabeza, quería alejarme del ruido y el alboroto. No había muchos lugares más agradables para mí que la orilla de la playa por la noche, además era una noche tan perfecta. Nos habíamos alejado bastante pero las luces y el sonido peculiar de la feria seguía difuminado en el ambiente, lo que hacía más perfecta esa noche.
- ¿Qué fue lo que me susurraste antes? – Le dije yo con curiosidad y falsa timidez.
- En realidad lo prefiero así –
-¿Así?, ¿así cómo?- No sabía que había querido decir con eso
-Así- Respondió mirando hacia el cielo evitando reírse.
-¿Prefieres que no sepa lo que me has dicho?-
-Sí- Dijo con seguridad haciéndose desear.- Sí no sabes que te he dicho tendrás que verme otro día para averiguarlo- Lo había dicho con un tono divertido que me hizo sonreír.
-Creo que podré sobrevivir sin saberlo, tranquilo, con el tiempo conseguiré superarlo- los dos sabíamos que quería volverle a ver.

sábado, 16 de mayo de 2009

3

Al salir, comprobé que Andrea no había mentido, junto a Toni estaba un chico al que no había visto nunca. Con una sonrisa me dijo su nombre, se llamaba Dan, era más alto que yo y bastante delgado, llevaba un pantalón vaquero que le caía por debajo de la cintura, y una camiseta sin mangas negra debajo de una bonita cazadora blanca, no me fijé demasiado pero era bastante guapo, era amigo de Toni y Andrea había hablado con él alguna vez.
Era una noche bastante agradable y decidieron ir a la feria. Yo no había ido aun, estaba al lado de la playa. Por unos momentos me quedé mirando cómo se reflejaban la luna y las luces de la feria en el mar. El olor a algodón de azúcar siempre me había gustado.
Andrea y yo nos habíamos separado un momento de Toni y Dan. Como me imaginaba, Andrea no pudo resistirse a hacerme preguntas sobre el nuevo chico.
-¿Qué te ha parecido?-
-Bueno, me parece que le queda bien esa camiseta negra- le dije yo sonriendo sin contestar a su pregunta.
-Vamos, no seas así, es un buen chico…- dejó de hablar para soltar una carcajada y siguió confesando lo que pensaba- no ha dejado de mirarte en toda la noche, creo que aun no se ha enterado de que a mí ya me conoce- me dijo guiñándome el ojo.
- Andrea tú ya sabes que…- deje de hablar cuando dos manos me rodearon la cara tapándome los ojos.
Un escalofrío recorrió mi espalda cuando me susurraron algo al oído. Sabía que las manos eran de Toni, siempre las tenía heladas, pero esa voz no era la suya, no fue muy difícil darse cuenta de que era la de Dan. Sonriendo entre nerviosa y sorprendida agarré sus manos y girándome pude ver lo que nos habían traído, una manzana de caramelo y un algodón de azúcar, a Andrea le encantaban las manzanas de caramelo y Toni lo sabía, pero nadie sabía que yo prefería el algodón rosa y esponjoso.
-Vamos a la noria venga- dijo con una de esas sonrisas nerviosas que solo ella conseguía que me dieran miedo
- No parece mala idea- dijo Toni con un movimiento involuntario de hombros que demostraba lo que realmente pensaba- Aunque ya sabes que ella odia las norias- dijo mirando hacia mí con una sonrisa de complicidad que yo no acabé de entender.
- Da igual subid vosotros dos – dijo Dan amablemente
Una sensación volvió a recorrer mi espalda al recordar su susurro, y me di cuenta de que no sabía lo que me había dicho.
Andrea y Toni subieron a la noria, entonces recordé que Andrea odiaba las norias tanto como yo, y esa sonrisa de complicidad de Toni.

2


En el tiempo que esperamos a que Toni terminara su turno, Andrea me había contado como había pasado la noche, lo que me distrajo por unos momentos.
Andrea decidió irse y nos quedamos los dos solos, estaba impaciente y sin embargo no quería saberlo.
Finalmente me lo contó todo, si que era cierto, el había vuelto y no me había buscado…
Toni me lo había contado con la condición de que yo tampoco le buscara a él, a aquel chico del que no había vuelto a saber nada desde una mañana meses atrás, pero sabía que era imposible.
Cuando llegue a casa miré la caja que me había dado antes de irse y entre lágrimas cogí la rosa blanca entre mis manos y leí la carta que me había dejado, me prometía que volvería y que volvería por mí, pero con el paso de los meses me di cuenta de que esa promesa no estaba escrita en piedra como creía.
Durante mucho tiempo mi tristeza había sido reprimida pero no podía guardar todos mis sentimientos, solo pude guardar las cosas en la caja. Me había hecho sangre con una espina de la rosa, esa rosa que me había regalado el último día, una gota de sangre cayó en la carta junto a una lágrima.
El sol había salido pero para mí seguía siendo un día gris.
Llegó la noche, no quería soñar si no era con él, aunque muchos sueños con el habían acabado en amargas pesadillas en las que no podía sujetar su mano y de repente desaparecía en la oscuridad entre mis gritos ahogados por lágrimas.
Desperté un día más con la sensación de que él estaba al otro lado de la cama, y con la misma esperanza de los demás lo había comprobado con mis manos encontrando siempre la misma respuesta, estaba sola.
Miré por la ventana y unos cálidos rayos de sol se reflejaron en mi cara y en los mechones de pelo que caían por mi rostro. El sol no hacía que el día fuera menos melancólico.
Ya me había vestido cuando decidí ir a ver a Toni yo sola.
Pensé que lo mejor era cambiar de camino ese día. Cuando llegué Toni estaba solo, me puso un café con leche, siempre acertaba.
Le conté, que desde el día en el que se había despedido de mi siempre tenía la misma sensación al despertar, Toni ya lo sabía, igual que sabía que aunque hubiera vuelto y no me había buscado, terminaría haciéndolo, pero no me lo dijo y creo que nunca sabré el porqué. Quedamos en vernos por la noche con Andrea y me fui hacia casa.
Sin darme cuenta había vuelto por el camino de siempre, creo que con la esperanza de encontrarle, cerrando mis ojos imaginé que gritaban mi nombre y al girarme era él, que corría hacia mí y me abrazaba, pero lo único real era que casi me había caído al ir con los ojos cerrados.
No era difícil darse cuenta de que desde que él no estaba mis ojos no tenían la luz de siempre y que desde hacía unos días mis ojos reflejaban mi confusión.
Estaba mirándome en el espejo cuando llamaron a la puerta, era Andrea. Bajando en el ascensor me confesó que no íbamos los tres solos, y no supe porque me tenía que molestar, nunca me había molestado.
Al salir, comprobé que Andrea no había mentido....

viernes, 15 de mayo de 2009

1


Decidí ponerme los pantalones que le gustaban, y un sentimiento de angustia, que creía ya olvidada, pasó por mi cabeza.
Sabía que no le iba a ver ese día ni ningún otro…
Como todos los días al despertarme había conseguido que ese sentimiento desapareciera hasta la mañana siguiente aunque creo que realmente no desaparecía nunca.
Salí a la calle…todo me recuerda a él…
Caminaba hacia el lugar donde había quedado con Andrea, sentí como los ojos se me llenaban de lágrimas…era aquel lugar…pero él no estaba y seguí caminando.
Andrea era mi amiga desde hacía varios años, cuando nos conocimos creo que ninguna de las dos pensó que seríamos amigas pero el tiempo había creado una amistad entre nosotras, mucho más fuerte desde la muerte de su tía. Era una chica diferente y parecida a mí, pero me gustaba su forma de ser y su sarcasmo. Siempre me había gustado su pelo negro y ondulado.
Decidimos ir a la cafetería de Toni, no nos preguntó que queríamos y nos trajo una taza de chocolate caliente. Siempre acertaba.
Mientras entrábamos en calor Toni me dijo que tenía que hablar conmigo cuando saliera de trabajar, Toni le había visto el día anterior pasar por delante de la cafetería. Aunque intentaba disimular mi impaciencia los dos sabían que no le había olvidado.
¿Realmente le había visto? Los latidos de mi corazón dolían cada vez más, era verdad, no le había olvidado.

jueves, 14 de mayo de 2009

El comienzo...


Eran las 8 de la mañana cuando desperté sola en la habitación, sentía que el frío se apoderaba de mi cuerpo pero no era uno de esos días en los que se olvida todo mientras te escondes bajo las sábanas. Me senté en el borde de la cama mientras los dedos de mis pies rozaban el suelo helado, descalza, fui hasta la ventana. Mientras subía la persiana dejaba entrar en mi habitación una luz grisácea, era día de tormenta, una tormenta de esas que te hacen pensar.
Sin darme cuenta había pasado varios minutos observando cómo resbalaban las gotas de agua por el cristal olvidando el frío en mis pies.

Un lugar para los sueños...

No esos sueños
Pues no lo son
No esos sueños
Hablo de los sueños…aquellos que todo el mundo tiene…
Pues nadie resiste la tentación de evadirse del mundo real
este es mi lugar
no es lugar de fantasía
tampoco es de realidad
...un pequeño lugar para mis historias...
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