jueves, 14 de mayo de 2009

El comienzo...


Eran las 8 de la mañana cuando desperté sola en la habitación, sentía que el frío se apoderaba de mi cuerpo pero no era uno de esos días en los que se olvida todo mientras te escondes bajo las sábanas. Me senté en el borde de la cama mientras los dedos de mis pies rozaban el suelo helado, descalza, fui hasta la ventana. Mientras subía la persiana dejaba entrar en mi habitación una luz grisácea, era día de tormenta, una tormenta de esas que te hacen pensar.
Sin darme cuenta había pasado varios minutos observando cómo resbalaban las gotas de agua por el cristal olvidando el frío en mis pies.

1 comentario:

  1. Te puedo comprender a mi tambien me encanta oir el sonido de la lluvia,claro que en una situación asi como la tuya,en casa y en camita.Otra cosa seria si estuviera perdido en un lugar de esos por los que anda machote que hace el último superviente que va en cuatro los findes.Y donde dice que lo ultimo en una tormenta es quedarse en algo parecido a una cabaña.Hay que salir fuera.

    Josea.

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